Páginas

miércoles, 27 de marzo de 2013

Reducir el estrés mediante la relajación


Tenemos claro que vivimos en una sociedad que nos estresa. Cada día se convierte en muchos casos en una lucha contrarreloj para realizar las muchas actividades a las que tenemos que atender: trabajo, hijos/as, actividades extraescolares, tareas del hogar, tiempo libre personal,... Cada una de estas actividades requiere de nosotros una dedicación absoluta. 
A esto hay que sumar otra importante fuente de estresores, nuestros pensamientos y preocupaciones.Cuántos momentos del día, conduciendo, en la ducha, al acostarnos, dedicamos a darle vueltas en la cabeza a lo que nos preocupa y es causa de nuestros desvelos: problemas laborales, económicos, de salud, las notas de nuestros hijos,...
Cada día de nuestra vida deberíamos darnos un respiro, lo que un spot publicitario denominaba tomarse un "Kit-Kat".
Para ello no hay nada que tenga un mayor efecto positivo en nosotros, tanto a nivel físico como mental, como un ratito de relajación.
La autoaplicación de técnicas de relajación y de respiración puede resultar muy útil para que descienda nuestro nivel de activación o para que disminuya la tensión en diversas zonas de nuestro cuerpo. Para una correcta autoaplicación de las técnicas de relajación se necesita, como para casi todo en la vida, un periodo de entrenamiento, en el que poder afianzar esta herramienta en nuestro repertorio y que sea realmente útil.
Hay todo un abanico de técnicas de relajación, y cada uno de nosotros tendrá que descubrir cuál de ellas tiene un mejor efecto en la reducción de nuestro estrés. Una vez la encontremos, hay que ponerla en práctica de forma metódica. Seguramente los primeros intentos tendrán tan sólo un pequeño efecto en nosotros, pero conforme vayamos entrenando y mejorando la aplicación de las técnicas de relajación, mayores beneficios encontraremos.
Seguro que al cabo del día podremos buscar unos minutos en los que poder ponernos cómodos, con ropa que no apriete, un poco de música y empezar a trabajar en nuestra técnica favorita.
Un ejemplo de técnicas de relajación puede ser el siguiente:


Concéntrate en tu respiración. Siente como entra y sale el aire por las fosas nasales. Nota el roce suave sobre las aletas nasales. Percibe como tus pulmones se dilatan y se contraen (sí tienes dificultad en concentrarte ves contando las respiraciones: 1, inspiro-expiro, 2, inspiro-expiro, 3,...).
Cuando te hayas concentrado bien en la respiración pasa a llevar tu concentración a tu mano derecha. Siéntela, nota su forma, su   volumen, su peso y su temperatura. Incluso puede percibir la sutil vibración u hormigueo de la circulación de la sangre por su interior. Mentalmente te repites “noto mi mano pesada... muy pesada”.   Vas notando como tu mano se te queda “muerta” y muy pesada.
Percibe ahora tu antebrazo, codo, brazo y hombro derecho. Siente esa zona de tu cuerpo con toda la concentración de tu mente. Date cuenta como se relaja esa zona simplemente al mantener tu atención sobre ella.
Lleva ahora tu concentración a la mano, brazo y hombro izquierdo y repite el mismo proceso. Te repites “noto mi brazo izquierdo completamente pesado”.
Compara los dos brazos y llévalos al mismo nivel de relajación. Ambos los puedes percibir en el estado más completo de relajación muscular. Tan pesados... como si estuviesen hechos de plomo... Tan relajados... tan relajados... que ahora notas incluso como si flotasen...
Siente los hombros, el cuello y la nuca. Centra toda tu atención ahora en esta zona. Siente como se afloja y nota de manera clara el peso de tu cabeza. Al relajar la nuca y el cuello experimenta la sensación de cómo si tu cabeza se abriese, se liberase de todo tipo de tensión.
Suelta ahora tu mandíbula...   los labios...   Sitúa la punta de la lengua en la parte alta del paladar. Siente y afloja las mejillas... la nariz... los párpados y los ojos. Imagínate que los ojos flota en un liquido y por tanto no sientes la menor tensión en ellos. Ablanda y alisa tu frente y todo el cuero cabelludo...
Comprueba como toda tu cabeza se ha quedado en el más completo estado de relajación...
Repasa y compara el nivel de relajación de tus manos, brazos, hombros y cabeza...
Siente tu ritmo respiratorio... el pecho se expande y se contrae... Percibe los ligeros movimientos en las costillas y en el abdomen... como sube y baja... Nota los latidos de tu corazón... No trates de influir en tu ritmo respiratorio, simplemente lo notas. Toda esta zona se va relajando y tú lo percibes...
Deja que los músculos de tu abdomen pierdan su tensión. Deja que se suelten y aflojen...
Revisa toda tu columna desde el cuello hasta el sacro. Esta aflojada y con ella toda tu espalda... nota como se ablanda, se “abre”... Siente como le abandona toda la tensión.
Lleva tu mente a las caderas... si experimentas alguna tensión en esta zona, simplemente al concienciarla va desapareciendo hasta alcanzar un estado de relajación completa.
Pasa ahora a los glúteos y piernas. Percibe estos grandes músculos, ahonda tu atención en ellos hasta que notes como se aflojan... los muslos... las rodillas... las pantorrillas...
Centra tu atención en los tobillos... y los pies... Afloja con tu simple atención las plantas... los empeines... los talones... y los dedos.
Descubre ahora en tus piernas la sensación de gran pesadez... como si estuvieran hechas de plomo...   Compara tus dos piernas con tus dos brazos y observa como disfrutan de igual nivel de relajación.
Concéntrate en tus cuatro extremidades, brazos y piernas, hasta que las lleves a nivel más profundo de relajación que te puedas imaginar.
Extiende esa sensación a todo tu cuerpo y siente como éste se hunde en las más profunda y completa relajación.
Repítete mentalmente, para ti, en silencio, “me siento tranquilo, me siento en paz”.

1 comentario:

  1. Muchas Gracias por Enrique por hacernos ver, aunque lo sepamos, que hay que "parar la máquina" un ratito cada día

    ResponderEliminar