Páginas

martes, 19 de mayo de 2015

Educar en valores democráticos

Estamos en plena campaña electoral, a falta de pocas fechas para que se celebre la jornada de elecciones. Tranquilos, no voy a hablar de política, para eso ya están los profesionales en la materia. Quería reflexionar sobre un asunto que me preocupa especialmente.


En mi ciudad, Melilla, se está viviendo una campaña electoral especialmente tensa. A los frecuentes insultos y descalificaciones con los que los políticos adornan sus discursos, se han sumado este año otros hecho de especial relevancia, tanto por su gravedad como por su poco carácter democrático.

Hemos asistido a robos a una cartera de Correos de sobres de voto por correo y posterior empeño en hacerlos válidos en las oficinas, se ha disparado a un zepelin hinchable que usaba una de las formaciones como material de campaña, se han producido enfrentamientos físicos y verbales entre militantes o simpatizantes de varios partidos,..; en fin, todo un conjunto de conductos despreciables y que dicen muy poco del carácter democrático de sus impulsores.

Y ahí está el quid de la cuestión. Educamos a nuestros hijos en el valor de la democracia como la forma más adecuada de gobierno, debido a la igualdad que representa entre todos los participantes.
Tanto en el colegio como en los clubes se realizan votaciones para elegir a los delegados de clase o a los capitanes de los equipos, se realizan asambleas donde se tratan los problemas de conducta que ocurren entre los chicos y chicas que forman el grupo, y les enseñamos que el voto de cualquiera de ellos tiene el mismo valor.

Y vamos los adultos, y en el proceso democrático por excelencia, las votaciones, somos capaces de las peores inmundicias habidas y por haber en cuestiones electorales.

Si cuando escribo de deporte, les pido a los padres que mantengan unas determinadas formas en los entrenamientos y partidos de sus hijos, ahora voy a pedir a los miembros de los partidos políticos que piensen en que los futuros votantes, políticos o militantes escuchan cada una de las noticias que recibimos durante estos días.

De verdad queremos que los futuros líderes de la ciudad o los futuros representantes democráticos se eduquen en las trampas o en los actos vandálicos como el camino para conseguir los objetivos electorales que se persiguen?

Espero que no.