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martes, 19 de mayo de 2015

Educar en valores democráticos

Estamos en plena campaña electoral, a falta de pocas fechas para que se celebre la jornada de elecciones. Tranquilos, no voy a hablar de política, para eso ya están los profesionales en la materia. Quería reflexionar sobre un asunto que me preocupa especialmente.


En mi ciudad, Melilla, se está viviendo una campaña electoral especialmente tensa. A los frecuentes insultos y descalificaciones con los que los políticos adornan sus discursos, se han sumado este año otros hecho de especial relevancia, tanto por su gravedad como por su poco carácter democrático.

Hemos asistido a robos a una cartera de Correos de sobres de voto por correo y posterior empeño en hacerlos válidos en las oficinas, se ha disparado a un zepelin hinchable que usaba una de las formaciones como material de campaña, se han producido enfrentamientos físicos y verbales entre militantes o simpatizantes de varios partidos,..; en fin, todo un conjunto de conductos despreciables y que dicen muy poco del carácter democrático de sus impulsores.

Y ahí está el quid de la cuestión. Educamos a nuestros hijos en el valor de la democracia como la forma más adecuada de gobierno, debido a la igualdad que representa entre todos los participantes.
Tanto en el colegio como en los clubes se realizan votaciones para elegir a los delegados de clase o a los capitanes de los equipos, se realizan asambleas donde se tratan los problemas de conducta que ocurren entre los chicos y chicas que forman el grupo, y les enseñamos que el voto de cualquiera de ellos tiene el mismo valor.

Y vamos los adultos, y en el proceso democrático por excelencia, las votaciones, somos capaces de las peores inmundicias habidas y por haber en cuestiones electorales.

Si cuando escribo de deporte, les pido a los padres que mantengan unas determinadas formas en los entrenamientos y partidos de sus hijos, ahora voy a pedir a los miembros de los partidos políticos que piensen en que los futuros votantes, políticos o militantes escuchan cada una de las noticias que recibimos durante estos días.

De verdad queremos que los futuros líderes de la ciudad o los futuros representantes democráticos se eduquen en las trampas o en los actos vandálicos como el camino para conseguir los objetivos electorales que se persiguen?

Espero que no.

lunes, 20 de abril de 2015

Africana

Eres mujer. Africana. Posiblemente saliste de tu país buscando un futuro para tu bebé recién nacido, ya que en tu aldea de Níger, Sudán o Congo no hay escuelas, medicinas o agua potable. Te pusiste en manos de pasadores o mafias, como los llamen los europeos te importa poco, para intentar alcanzar tu Dorado y te convertiste en una víctima más del tráfico de seres humanos que tan ricos hace a algunos
.
En tu viaje hasta la costa de Libia, Argelia o Marruecos fuiste tratada como mera mercancía, te violaron varias veces y posiblemente estés embarazada de alguno de aquellos monstruos.


Seguramente cuando llegues a ese Dorado que anhelas escucharás que los y las africanas son muy promiscuas y por eso vienen todas embarazadas
Sabes que para pagar tu viaje serás explotada sexualmente en algún club de carretera o en algún parque en penumbra. Y no sabes por cuánto tiempo. Eso no te lo han dicho. Pero ya estarás en la tierra prometida.
Llegas al último peaje. Un barco oxidado donde van 700 personas que como tú huyen de la miseria, la hambruna, la guerra y quieren la vida que ven en las películas. Te meten en la bodega, con escaso aire, poca agua y menos luz. Pero aguantas, por tu pequeño.
Y después... nada.
700, 1000, qué más da el número. Vidas. Esperanzas. Que ya no están. Y en pocos días no serán más que un recordatorio en las búsquedas en Google.
Ficción o realidad?.
De verdad importa?

miércoles, 18 de marzo de 2015

Qué hacemos en las redes sociales?

No hace muchos días tenía una interesante conversación acerca del uso que damos a las redes sociales, especialmente Facebook y Twitter. Charlábamos acerca de la actitud generalizada de utilizar estas redes fundamentalmente para poner las cosas buenas o bonitas que nos suceden, mostrando una imagen utópica de nosotros mismos, más que una imagen real de lo que es nuestra vida.



Tengo claro que para muchas personas el uso de estas redes sociales se convierte en un escaparate de cómo les gustaría que fuera su vida más que una imagen real de la misma e incluso puedo aventurar que alguna lo utiliza para dar cierta envidia a sus "amigos" o "seguidores":

  • viajes fantásticos, sin explicar la pérdida de maletas o lo nefasto de la comida del hotel
  • cenas maravillosas, obviando la presencia inoportuna del amigo al que no tragamos y que nos amarga la noche o el mal servicio del restaurante en cuestión
  • compartimos maravillosos vestidos, zapatos, coches sabiendo que difícilmente tenemos acceso a ellos
  • parecemos cultos poniendo maravillosas obras de arte o libros que jamás hemos leído
  • fotografiamos nuestras creaciones culinarias, dejando de lado el estropicio que montamos en la cocina
En fin, vendemos nuestra imagen, y eso no es malo, lo realmente preocupante es terminar creyendo que lo que se publica en las redes sociales es "tu vida". Estamos acostumbrado a "vender" una imagen de nosotros mismos, nos lo exigen a la hora de pasar una entrevista de trabajo, cuando hacemos nuevos amigos o al llegar al gimnasio, pero tenemos que tomar cierta distancia entre esa realidad y la verdadera. A todos nos gusta que los que nos rodean tengan una imagen positiva de nosotros.

Hace unos meses una periodista me preguntaba por las imágenes que inmigrantes subsaharianos colgaban en sus muros de Facebook junto a buenos coches con el fin de que sus familias creyeran que las cosas les iban de maravilla en Europa, cuando lo normal es que acabaran de limpiar en la calle dicho vehículo. Este es el enlace al reportaje:


Ellos utilizan esta técnica para hacer creera sus familias que son unos triunfadores y que los esfuerzos que han hecho por mandarlos a Europa en busca de una vida mejor han dado sus frutos.

Y nosotros?. Cuál es el motivo?.